Nialem se ha caracterizado por su valoración al patrimonio de la ciudad. Es por esto que los invitamos a leer este interesante artículo acerca del Barrio Lastarria y su conservación. - 18 DE JUNIO DE 2018



La calle Lastarria es una paradoja doble. Por un lado, atrae por su sabor histórico, pero siempre está cambiando; por otro, es muy coherente, pero cada edificio es distinto. Es un lugar singular.

Un hecho fundamental se debe a Manuel Santa Cruz y Hugo Yaconi, los mismos que renovaron Providencia con la creación del Drugstore.

Cuando reciclaron aquí la propiedad de la familia Campos Larenas, para fundar la Plaza del Mulato, recién se empezó a hablar del "Barrio Lastarria".

El paso siguiente fue de Álvaro Flaño, quien con La casa de las enredaderas, la roja Casa O en la esquina de Villavicencio y un restaurante casi en frente, le aportó una densidad sustantiva. Lo suyo fue clave para generar un ambiente.

El cine y el café El Biógrafo, con el impulso de Douglas Hübner y Sergio Trabucco, aumentaron una oferta que, desde entonces, no ha dejado de aumentar.

Ahora son los hermanos Cicali, con un Liguria a gran escala, quienes instalados en la mansión Valdés Freire -que es el portal del barrio si uno viene desde el Parque Forestal o subiendo por Merced-, hacen un aporte más.

La Cámara Nacional de Comercio, tan cercana y pronta a cumplir un siglo, podría considerar un reconocimiento a estos comerciantes capaces de reciclar patrimonio arquitectónico con unos costos y esfuerzos que son harto complejos.

En el siglo 15 nacieron en Londres los primeros merchant adventurers , asociación de los dispuestos a embarcarse en empresas audaces. El caso aquí es similar en su espíritu. El que uno de los hermanos Cicali haya estudiado un diplomado en patrimonio cultural para enfrentar mejor el desafío, es señal de una manera de trabajar; se corren riesgos, pero no por la adrenalina de ser temerarios. Por el contrario, el emprendedor, al navegar en aguas desconocidas, está obligado a evaluar muchas más variables. A ser más cauteloso.

En este Liguria también se enfrentó un escenario incierto. Y hubo que rehacer estructuras completas, invertir un monto muy superior a lo esperado -cerca de 4 y medio millones de dólares- y demorarse varios años más del plan original.

Pero el resultado está a la vista: es un aporte a la ciudad. El inmueble, la Casa Valdés Freire, que es de Conservación Histórica, quedó en condiciones de pasar a la historia, al menos por otro siglo.

Es un rescate que favorece al arquitecto de esta mansión, Alberto Cruz Montt, quien fuera el más emblemático de su época; es el mismo de los palacios Íñiguez e Irarrázaval, el de las Majadas de Pirque y el Club de la Unión, el del Edificio Ariztía y el del Banco Central.

Mansión de estilo y bien instalada en una esquina muy urbana, con su primera planta de servicios y cocheras, la segunda de grandes salones, escritorio y comedor, con el hall de doble altura iluminado por una claraboya cenital, el tercero de los dormitorios y en lo alto la mansarda, es un ejemplo vivo. No quedan muchas así, en todo Santiago.



Fecha: 18 de junio de 2018

Fuente: El Mercurio



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